abertimento

vldrm, 01 despegue

sobra caliente la manta

eres ya carne ardiendo

no es fiebre ni estorbo

es mi lío de brazos

cuando me pides que entre

y yo te invado despacio

y te busco de frente

o me doy la vuelta

y tú te vengas

hasta mojarme agotado

hasta oírte diciendo

que sobra caliente el poema

y eres otro ya sabiendo

como si intuyeras

que esto se está escribiendo

a la vez que existiera

o mientras yo me lo invento

Escrito por Jo Montero Ilustración: Voén D.

aketa

vldrm, 02 vuelo corto

Ana ya no me ama más y me lo dice en el baño de un garito cuando estoy sentada en el váter con las bragas por las rodillas y una tarada aporrea la puerta gritando que llevamos diez minutos aquí metidas, que salgamos de una puta vez. Pero Ana pasa de todo y se pone a buscar su bolsita de keta mientras me suelta que lo nuestro hace ya tiempo que no es de nadie, que estas cosas no se pueden forzar, aunque amigas siempre vamos a ser, me aclara, de eso no te quepa duda. Y yo aguanto la llorera y me levanto y me subo las bragas y el pantalón y tiro de la cisterna y agacho la cabeza como si sí, como si esta puñalada en el pecho hubiera sido una decisión de las dos y no algo que se ha montado ella a su bola.

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romo

vldrm, 03 vuelo corto

Esto es de cuando mi padre aparece con una caja en las manos y de dentro sale un cachorro de tres semanas y los ojos muy vivos y el pelo negro como el carbón. Yo llevo pidiendo un perro el mismo tiempo que lleva mi padre haciendo como el que no me oye, así que el regalo me pilla totalmente desprevenido y mi tía aprovecha para taladrar con lo de la responsabilidad y las obligaciones y mi deber de educar al cachorro para que no se cague en casa. Y yo a todo que sí, claro. Al perro lo llamo Romo y al principio muy bien. Pero poco después empieza a morirse la gente y a mi tía se le mete en la cabeza que la culpa la tiene el perro...

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retina

vldrm, 04 vuelo corto

Un agujero devora mi pensamiento y Mario sonríe desnudo desde la cama mientras me dice que todo va a ir bien. Yo me acerco y le doy un beso. Me quiero quedar un rato más. Para hacerlo otra vez. Pero no puedo. Mario. Amor mío. Tengo que irme. Y Mario sonríe desnudo desde la cama mientras me ve salir por la puerta. A la calle. Por la acera. En los despachos hoy ha ocurrido algo. Un superior me ordena romper mi terminal. Obedezco y lo estrello contra el suelo. Mis compañeros hacen lo mismo. Todos los terminales de todos los despachos son destruidos. Se pierde cualquier tipo de dato. Ha sido una solución histérica. Y eficaz. Ahora no podrán saber quién ha sido. No pueden matarnos a todos. Pero a las dos horas aparece el primer furgón...

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